Flores
Caminando tan ebrio que casi no te das cuenta que vas llorando, de noche, en una calle tan sola que ni siquiera te asaltarán. Acaba de llover y los mariachis te miran pasar, el tránsito habitual de cada madrugada, y en el asfalto brillan los reflejos de las farolas como que si hubiera una razón para tanta luz. Caminando como si hubieran abruptas inclinaciones de la calle o cuestas que aparecen de pronto, como si alguien te fuera empujando. De pronto dices algo y las palmeras del cuartel son tan altas como las nubes. ¿Porqué ya no escribes? Yo te pido que regreses, en este lenguaje digno de ti.
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