Me dijeron que sólo debía de leer libros delgados y comunes.
Me dijeron que el otro lado de la música era una posición inmoral y una determinación ingrata.
Me dijeron que era humano pero no me dejaron ser humano.
Yo les di potestad sobre mí y ahora se han ido o tienen los oídos sordos o no se acuerdan.
Hablaban sublimemente del espíritu pero manifestarlo en mi significaba escarnio, violencia y locura.
Y se enorgullecían ellos de su sentido práctico y hablaban una cosa y practicaban otra.
Me dijeron que mis maestros eran hombres y mujeres, pero no lo eran quienes no son como yo.
Me dijeron "esto es superior", "esto es inferior" y una pequeña y concentrada amargura aparecía en mi alma infantil.
Aprendí a despreciarlos y ni yo mismo lo sabía.
Y me obligaron a ver las cosas como ellos querían, me hechaban sal en los ojos o me los vendaban o me forzaron a confesar una mentira y negar la obvia realidad.
Me dijeron que yo era un ciudadano.
Y si masticaba la hoja, me hacían escupirla y me azotaban, pero estaba bien comer un animal que pude haber acariciado. Sus dulces ojos.
¿Porqué me has arrojado a este infierno?
Ahórrame semejante compañía.
Espero irme y no regresar jamás. Sabio Demón ¡Cuán sabio eras!
domingo, 16 de mayo de 2010
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