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Nunca quise aprender nada de ningún profesor que no le importara de verdad que yo aprendiera o que no sintiera pasión por lo que enseñaba. Lo único que consiguieron fue la visceral pero inconsciente reacción de hacerme pensar que no había nada bueno en un aula y que la verdadera nobleza residía en la ignorancia o, al menos, en ser autodidacta.
Maestro, nunca he conocido ni uno.
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