sábado, 12 de julio de 2008

Hoy me tocaba la amargura. Fíjate: yo se donde encontrarte. Puedo suponer los lugares en los que discurre tu desenfreno y en alguno de ellos acertaría. Pero hoy me toca la amargura y no es que tú me la evites. Es como la cuchara de medicina verde que recordaba con temor en la niñez. Sólo que ahora parece que el utensilio me lo llenan con la culpa de toda la ciudad y de la actual generación.
Espero que tu sueño sea lo suficientemente denso o que tomes mucho alcohol, mucha morfina y que no pares hasta que el perro te suelte la pantorrila o te mueras y entonces echarás raíces en lo que escribamos en tu epitafio.
Por mi parte yo nunca me cansaré de andar solo. Soy un pequeño círculo autónomo, una esfera perfecta, con dos aros en cruz cubiertos de ojos que parpadean.

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