domingo, 27 de abril de 2008

Tres galletas de chocolate y un clip enorme, capaz de adjuntar decenas de carpetas, cuya brutalidad me intimida pero despierta en mi ese lado salvaje que me indica la hora de dejar de ignorar estas garras de animal, negras, de obsidiana, y aullar, y perseguir, y morder. Y permitir que mi cuerpo se expanda, se ponga agreste, desnudo y fuerte a la par que mengua mi estado conciente y crece una especia de cólera alegre y gozosa, la certeza de que soy yo pero tambien soy otro.



El astronauta roquero
el mecánico bohemio
el bufón saltarín

¡Shove it up your ass, baby!!!!

viernes, 25 de abril de 2008

Aburrido

En el bostezo me doy cuenta que tanto lo que de verdad te marca en la vida como lo insignificante y pasajero no son más que cosas que huyen y desaparecen ante la boca que se abre con mucho sueño. Más que todo lo insignificante.

Equivocación

Estaba mirando el guión de Sin City y me di cuenta que cometí un error en un post anterior donde citaba una frase que, según yo, decia un personaje de la película. Yo escribí "No hay lugar en el mundo donde no haya que pelear" y en realidad dice "No hay lugar en el mundo para nuestra clase de fuego". El error fue de subtítulo y mío, claro está, en no verificar.
En todo caso será siempre más poética la verdadera frase. Sin embargo, la que yo ví en el subtítulo, la errónea, me parece más verdadera, más correcta. A todas partes tiene que llevar uno su espada mental y no confiarse.
Me gusta más la frase equivocada.

domingo, 20 de abril de 2008

Aclaración necesaria

No eras tú.
No es ninguna.
Pero a veces lo olvido.
Es el fantasma de alguien que
no nació ni nacerá.
¿Satisfecha?

sábado, 19 de abril de 2008

-En ese entonces ¿que te dedicabas a hacer?
-No se. No te podría decir algo en concreto. Viajaba mucho en bus. Es decir, tomaba los buses urbanos y a veces pagaba hasta tres vueltas. Cuando la coaster llegaba al punto me bajaba, me quedaba de pie sin hacer nada en especial, no puedo decir que esperando. Me subía a cualquier coaster que estuviera por salir, pagaba. Asi por el estilo, asi se me pasaba el día.
-¿Nunca hiciste algo especial, no se, algo notorio que te ayudara a dar asi como un cariz a los tiempos?
-En realidad no. Bueno, una vez me bajé cerca de la fachada de una casa antigua. Me gustaba. Al pasar siempre la examinaba con detenimiento todo lo que me lo permitía la velocidad o prisa que llevara la coaster. Esa vez decidí bajarme y mirarla desde la acera, teniendo un punto de referencia inmóvil, ¿entiendes? : mis pies sin despegarse del suelo. Y en ese instante pasó, no fue nada violento, ni brusco. La canción más triste que he escuchado me sonaba dentro del cráneo y supe que tenía que hacerlo. Comer la casa. ¿Eso querías saber? Si, despegué las cascaritas de pintura polvorientas y las iba masticando como si fueran una especie de ostias que me regalaban en otra especie de misa invisible, poderosa, más mística, más en comunión.
-¿Qué canción era?
-No creo que eso te interese.

-¿Donde está la música?
Esperabas escupir, babear tinta. Esperabas transpirar melodías. Querías apretar su mano y a la vez de su grito de creciente dolor querías ver la quintaesencia del arte surgir de su carne, gotear y acumularse en un charco como de estaño derretido a vuestros pies.

 
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