lunes, 29 de marzo de 2010

Flores

Caminando tan ebrio que casi no te das cuenta que vas llorando, de noche, en una calle tan sola que ni siquiera te asaltarán. Acaba de llover y los mariachis te miran pasar, el tránsito habitual de cada madrugada, y en el asfalto brillan los reflejos de las farolas como que si hubiera una razón para tanta luz. Caminando como si hubieran abruptas inclinaciones de la calle o cuestas que aparecen de pronto, como si alguien te fuera empujando. De pronto dices algo y las palmeras del cuartel son tan altas como las nubes. ¿Porqué ya no escribes? Yo te pido que regreses, en este lenguaje digno de ti.

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