sábado, 7 de mayo de 2011

Todo es un eterno presente

Fue donde el artesano de guitarras a que le reparara la suya pero no se esperaba lo que le dijo: que la reparación era posible pero que le saldría cara, casi tan cara como comprar una guitarra nueva. El artesano le insinuó ir a ver las que tenian disponibles en las tiendas de música, lo cual le resultó inesperado porque lo lógico, suponía, era que le ofreciera hacerle una nueva él mismo. Se imaginó que había una conexión no evidente entre estos negocios y el artesano. Sin embargo una vez que fue a uno de estos negocios le habían dicho que no había producto nacional, sino que solo gringo, español y hasta filipino. Lo que hizo suponer su pobre astucia era que el artesano le proveía de producto a estas casas y que esto era una especie de acuerdo oculto. Incluso el artesano le preguntó si no era él quien había ido por la mañana a la DosMil. A él le hubiera gustado indagar más acerca de esa relación inesperada, pero lo dejó pasar porque le urgía lo de su guitarra. El artesano callaba y examinaba la guitarra. Estaba vieja, polvosa, agrietada, marcada. Yo creo que el viejo artesano la miraba solo para que él se diera cuenta por medio de su expresión que la guitarra estaba inservible, quizá por eso no decía nada, esperando que por milagro él cayera en cuenta de su radical error, e incluso, si era el dueño o encargado del cuido, de su irresponsabilidad o ligereza. “Asi no se trata un instrumento” podriía estar pensado el viejo y “que cretino” además.

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