viernes, 10 de junio de 2011

Una velada, jolgorio con entremeses y alcohol. Lo normal. Además no nos desvelamos. Cada uno llegó a su casa, calculo, antes de las diez y media. J tiene una abertura de ventilación en el techo de su carro. Lo lleva abierto ahorita precisamente que llovizna. A mi realmente no me importa, siento fresco. Y más que eso pregunto si se puede sacar la cabeza por ahí, a lo cual se me ha dado un respuesta afirmativa y yo refresco la cara en el aire de la noche, en el viento de la velocidad del carro. Voy progresando porque esta vez no grité, como en otras ocasiones. Las curvas son cerradas luego de sobrepasar el puente. Hay una división de cemento en medio de la carretera, sobre esta hay postes para las lámparas amarillas. Las líneas de división punteadas de cada carril. La carretera negra y la llovizna siempre presente. Vamos sobre nuestro carril, deslizándonos hacia donde sea. Lo que sea

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