miércoles, 19 de septiembre de 2007

Capitán Caronte

Quizá fui el primer hombre en morir. No recuerdo. Lo que conozco del inicio de esta nueva memoria es que no me permitieron llegar al infierno. Me detuvieron como si no tuviera derecho ni siquiera a la condenación, me hicieron esperar mientras se preparaba mi designio y luego me sometieron a este servicio que a veces cumplo con indiferencia.
Al principio me mostraba curioso con los pasajeros, hasta regresaba alguna palabra hostil a sus preguntas pero bien pronto me callé para siempre.
Los odio. Los odio a todos. Por eso se me ocurrió cobrarles. Al primero que no dió sus monedas lo dejé en la orilla y ahí estuvo muchas noches. Perdido. Sin consuelo. Desapareció yéndose de regreso al mundo de los vivos. Yo creé las almas en pena, como pueden ver.
Los siguientes venían preparados con mi tributo.
No le temo a nada. Hago este trabajo porque nací para estar muerto. Y tambíen porque me gusta navegar. El rio es de agua dulce, pero al ser del Infierno creo que es par del Océano.
Muy de vez en cuando nos congregamos con otras almas perdidas. Hay espirituosa. Nada es vanal, todo tiene una función, un propósito. Aún cuando nosotros no lo sepamos luego lo descubrimos. Nos acompaña Dionisio ¿quién más habría de presidir tales concilios?

2 comentarios:

Andromeda dijo...

y si su barca se hunde capitan caronte? qué pasaría si se ahoga y muere dos veces? volveria al mismo oficio, rodeado de sus monedas y el vino que baco destila en sus labios?

gatos dijo...

Pues es como un riesgo al aventarse al mar, no crees?
En el camino aprendes a sortear las tormentas.

Saludos, Andrómeda

 
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 License.