viernes, 13 de junio de 2008

Napalm

Eran más de quince. Llegaron a ser doce. Fueron siete. Eran dos o tres. Corrieron hacia la colina y tras de ellos venían los muchos. Éstos, abonando a su ímpetu y a su valor más que todo la superioridad en armas y la numérica, también corrieron por la selva como unas tambochas singulares que no querían devorar nada sino solo carne humana, una sombra sin cuerpo que iba rodeando la colina.
Mientras los dos o tres ascendían ligeros, poseídos por el espíritu del venado, oyeron cuando el cielo lo inundó un rumor estruendoso, como la presencia de una deidad terrible que se va revelando tan sutilmente como puede en todo su horror. Entonces, quizá, ya no despegó su pecho del lodo para seguir corriendo, quizá adivinó proveniente de las nubes el rostro airado del dios y apuntando con su rifle hacia arriba, a la nada, disparó una vez, dos, hasta que no le quedaron más balas sino en el corazón.
Llovió fuego del cielo. El fuego es el único enemigo que da la talla.

Puso la taza en el plato luego de tomarse el último sorbo de café. "A puro napalm se los hecharon" me dijo y le dió risa. Yo le pregunté: "¿Y como va la liga de futbol?".

No hay comentarios:

 
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 License.