jueves, 6 de mayo de 2010

Ocurrió en el almacén del centro comercial. Cayó en el suelo de la sección de aparatos de sonido, con la rodillas sobre la alfombra ocre y una mano en el estante de cristal, de esos que tienen una viñeta amarilla que dice “no apoyarse en el vidrio”. El “Sanctus” de la Misa de Coronación había empezado a sonar de repente, salido de los bafles de uno de los aparatos del cual se estaba exhibiendo su funcionamiento.

No paraba de llorar. Como que si le estuvieran diciendo una verdad hiriente o muy terrible. Tenía la cara retorcida.

Ninguno de los vendedores estaba ahí en ese momento y poca gente pasó por ahi, y los que pasaron se alejaban rápido con temor. Terminó sentado junto a las guitarras acústicas de marca y los empleados le preguntaban que que le pasaba, le llevaron agua, llegó el vigilante y trataban de calmarlo pero él estaba, simplemente, inconsolable.

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