domingo, 17 de junio de 2007


Me dejaron solo con el objetivo de relajarme, de quitarme el estrés. Me dí cuenta de eso a los cinco minutos porque para entonces ya estaba con los audífonos puestos, buscaba entre las ochenta y seis canciones.Tengo acompañar con música todo.
El experimento no dio resultado. Lo usual: esta sensación de tener corales crecientes dentro de las fosas nasales, esta jaqueca dormida en la frente. Eran culpables el resplandor del sol, el viento.Irritante.

Comúnmente la música me alborota, revive la imaginación o los sueños o la fantasía, lo que sea y fue cabal lo que pasó: imaginaba qué fuerzas espantosamente titánicas habrían ocasionado este enorme cráter y lo habrían llenado de agua. Imaginaba que esa misma agua era suficiente para formar una enorme ola, ciclópea, la ola de un dios, la Ola Deidad de la Destrucción, una que viniera directamente hacia donde estaba, pasara y terminara chocándo en aquellas altas paredes de piedra.También esperaba que ascendería en cualquier momento desde el fondo, sin desordenar la tersa superficie, mirándome directamente a los ojos, oscura, pétrea, próxima.
En definitiva, he roto con la naturaleza.

Empezó 'Whenever I wake Up' , YeahYeahYeah's. Y esa película gris que se ondulaba sobre sus propias irregularidades, que transmitía las ondas de las corrientes circulares, excéntricas, rebotadas, se convirtió en un camino hasta la otra orilla, pero sin invitación a recorrerlo hasta ahí, sino solo dar el primer y el segundo y tercer paso y etcétera. Era el agua esencial, básica.

Cierra los ojos y cae, o sueña, o trasciende.

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