martes, 14 de agosto de 2007

La descubrí igual pero me pareció distinta. Eso se lo debo a mi malísima memoria. Había olvidado su voz. Su mirada estaba amable. Llevaba un collar grueso celeste de cuentas circulares y al bajar del bus ya se había quitado la chaqueta y se había quedado en su blusa blanca de mangas largas.
Es delgadísima esta mujer. Eran las ocho de la noche. La miré cruzar la calle, la miré detenerse en la línea blanca mientras pasaban los autos. Yo no me apresuraba, sabía que en la parada de autobuses la alcanzaría y entonces hablaríamos un rato.
Le tengo reservado un cuento a esta chera. La conocí en el bus que nos trae a Santa Ana. Ella siempre venía en el último bus, yo lo abordaba en la Ceiba de Guadalupe. Un día nos hablamos, nos caímos bien y como solíamos encontrárnos pues nos hicimos amigos.
Regresábamos tarde de la capital. Lo que tengo que decir es que compartíamos esa emoción, ese temor de viajar tan de noche. Con desconocidos y con el riesgo de que el bus tuviera algún desperfecto mecánico y se quedara varado en la carretera. Pasa y ya me ha pasado.
Creo que ella se sentía protegida con mi presencia. Le dejaba el lado de la ventana y a veces ella se dormía. En uno de esos viajes entendí por fin una frase en inglés cuyo significado no literal había estado buscando hace mucho tiempo. Ella es maestra de inglés pero no ejerce como docente. Es que la vida da vueltas y uno nunca sabe lo que le dará.

1 comentario:

Andromeda dijo...

Hola!
Asi son las redes de relaciones... hoy coincides y mañana no sabes donde estarás.

Saludos

 
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 License.