domingo, 12 de agosto de 2007

Siento una opresión desde las paredes de mi cráneo que mañana de seguro será un dolor de cabeza. Son las 12:11 a.m. del día lunes. Empiezo. Pero me dejo ir. La verdad no hay otra cosa que hacer sino dejarse llevar por todo. Es lo lógico.
Aunque a veces decidís cambiar. Probar otra cosa. Girar el timón como una rueda de la fortuna y recoger pronto los frutos o la promesa de fruto resultado de tu desición.
Me parece absurdo no poder velar y luego darle la espalda al amanecer. Porque viene el sentido común, como una efermedad a rasparme la conciencia. A aruñármela.
Todo terminará cuando halla cerrado los ojos y sienta entumecido mi cuerpo: una caverna amplia donde se apaga mi yo.

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