lunes, 22 de octubre de 2007

Sexo I

El hecho de que me halla caído shampú en los ojos todavía es causa de que te rias de mi. Te saliste de la ducha en el justo momento en que estaba ciego y ardoroso. Seguramente te pusiste tu vestido marrón corto de tirantes, entraste a la sala secándote el cabello y te acostaste en el sofá sin dejar de ver la televisión.
Salgo del baño, me encaras riendote de mi y recibes un beso. Tienes un rico aroma a piel limpia.
Asi que me arrodillo sobre el sofá, me das la espalda y un peine y me dedico a la requerida tarea de alisar tu cabello. Princesa. Eso te relaja, te va preparando.
Dicen que los flaquitos somos calientes. Será una explicación del comportamiento de nosotros dos.
Es suave tu pelo, todo lo tuyo es suave y dócil asi que descubro tu oreja y tu cuello. Tienes los ojos cerrados, hechas la cabeza atrás y besas el aire.
Te haces una cola que tiras sobre tu frente. A mi niña le gustan los masajes y los besos en los hombros durante los masajes. Ahora se lo que sienten los vampiros.
Te boto un tirante, es pequeño tu busto y cambia el ambiente de la habitación. La transfigura. Es aquí mismo pero diferente, es como si todos los muebles, las paredes, el librero tomaran un desentedimiento cómplice, una ausencia inventada. Es como si se dieran vuelta y nos dejaran hacer.
La primera incursión de mi lengua sobre tu pezón. A modo de las orejas o de las manos, tus pezones son diferentes. Muchas veces los he contemplado hasta el punto de ya no encontrarles parecido a nada(semilla de durazno, chocolate) ni siquiera a ellos mismos. Se vuelve extraños, objetos exóticos como premisas indisputables, principios universales, si los miro demasiado tiempo, cicatrices cósmicas.
Me pasas los dedos debajo del cabello. Me pregunto si besarte asi es una manera de conocerte más y mejor, porque decían los antiguos que el alma, al morir, deja el cuerpo através de la boca. Me pregunto esto o será que simplemente quiero darte lengua.
Esa porción de tu piel que no siempre está expuesta reclama aún más piel, más descubrimiento. Así que deshago el nudo del otro tirante, acaricio tus dos pechos y con la mano perfectamente hacia abajo me deslizo por tu vientre.
Pero te volteas, flaquita, para besarme de frente y dejarte quitar el vestido.

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