jueves, 24 de mayo de 2007

Nada fue lo mismo luego de leer ese libro. Hay acontecimientos así en la vida. Que fuera un libro el hecho que lo desencadenó para mi en aquel tiempo es bien indiferente. Pero tenía que ser un libro porque yo solo ahí... en la vida, nada...
Así que, Alex, el que está recogiendo las cenizas de su dormitorio, gracias por la frase que sin permiso coloqué. Dicen que robar, mentir... pero creo que comprenderías.
Era junio, julio si no recuerdo mal. Caían aguaceros, escuchaba la radio y me sentaba en el suelo con ese libro que me llamó. Si, me llamó. Lo vi en el estante, lo tomé y le dije al encargado "voy a llevar este libro", todo en un estado de iluminación, de intuición mística. Si quisiera podría recordar exactamente cuanto me costó. No es para eso la ocasión.
Lo aprendí de memoria porque es una de las pocas y últimas cosas que puedo decir que fueron personalmente sagradas, relicarios.

Inquietudes con el traductor por favor, pero no doy nombres porque igual ¿quien viajaría o telefonearía a México solo para achacar una palabrita?(recomendación: leer mientras suena el arpegio eléctrico de "To live is to die" Metallica, el que va justo antes del solo)


Yo voy, lobo estepario trotando
por el muno de nieve cubierto
del abedul sale un cuevo volando
y no cruzan ni corzas ni liebres el campo desierto.

Me enamora una corza ligera
en el mundo no hay nada más lindo y hermoso
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozara su cuerpo sabroso.

Y volviera mi afán a mi amada
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mi derramada
para aullar luego solo en la noche tristísima.

Una liebre bastara también a mi anhelo
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura
¡Ay!, ¿porque me abandona en letal desconsuelo,
de la vida, la parte más noble y más pura?

Vetas grises adquiere mi rabo peludo
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebre
hace tiempo que estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueño con corzas y liebres
que mi triste destino ahuyenta y espanta

Oigo al aire soplar en la noche de invierno
hundo en nieve mi ardiente garganta
y asi voy llevando mi mísera alma al infierno

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